Qué sucede en Vesak?
Para entender que sucede en Vesak, les dejo este bello
fragmento del libro “Sinfonía del zodíaco” de Torkom Saraydarian.
En la cordillera del
Himalaya, hay un valle elevado, a unos seiscientos veinticuatro kilómetros al
oeste de Lhasa y no lejos de Nepal. Está rodeado por altas montañas cubiertas
por árboles y arbustos. El valle es de forma rectangular, y hacia el norte tiene
un estrecho pasaje en cuyo frente se alza una enorme roca, de color blanco
grisáceo y veteada con una sustancia brillante. Tiene unos tres metros de
largo, por unos dos metros de ancho y poco menos de un metro de alto.
El valle es en
realidad una elevada planicie cubierta por una dura hierba de color verde
oscuro, como una enorme alfombra. En el lado norte de la planicie, hay una
pequeña corriente que atraviesa un cañón lleno de pinos, y recorre unos pocos
kilómetros hasta que desaparece en un claro lago azul.
Alrededor del valle
no hay viviendas. Sólo puede verse un templo budista y tres chozas cerca de
éste, en ruinas.
Unos pocos días
antes de la luna llena de Tauro, que habitualmente cae en Mayo, puede verse las
coloridas tiendas en las faldas y cerca del río. Aumentan en cantidad a medida
que se acerca la luna llena. Las personas de las ciudades circundantes, tribus
nómadas, discípulos, lamas y grandes iniciados llegan hasta allí en procura de
una festividad bella y sagrada que tiene lugar en la Luna Llena de Tauro.
El día de luna
llena, toda la multitud, vestida con ropas limpias, predominantemente de color
blanco, se congrega en la parte sur del valle, dejando la parte noreste libre
para los Grandes. Se sientan en el suelo sobre sus pequeñas alfombras o mantas,
de manera ordenada; lo hacen en total silencio, unción y meditación.
Próxima la hora de
la luna llena, los Grandes comienzan a llegar con Sus blancos mantos para
encontrarse con Sus discípulos y amigos e intercambiar bendiciones, sonrisas y
unas pocas palabras joviales.
Poco después, llegan
tres grandes Señores en Sus cuerpos etéricos, y permanecen frente a la enorme
roca que mira hacia el norte. Son el Manu, el Cristo y el Señor de la
Civilización. Mientras Ellos están allí en profundo silencio, todos los Maestros
y los Grandes se congregan detrás de estos tres Señores, según Su rango.
Ante una señal dada,
todos estos Grandes forman tres círculos concéntricos y empiezan a cantar. A
medida que los cánticos se vuelven más profundos y rítmicos, los Visitantes etéricos
se materializan y una figura gloriosa se torna visible en el centro de los
círculos. Le llaman con varios nombres. Le llaman Maitreya Buddha,
Boddhisattva, o el Cristo, el Señor de la Paz y del Amor. El es el Maestro de
todos los Maestros Que forman la Jerarquía planetaria para llevar a cabo el
Propósito divino de este planeta, conduciendo a la humanidad desde las
tinieblas hacia la luz, desde lo irreal hacia lo real, desde la muerte hacia la
inmortalidad, desde el caos hacia la belleza.
El Cristo aparece
vestido con un manto blanco puro, cayendo Su cabellera en ondas sobre Sus
hombros. Tiene un Cetro de Poder en Su mano, que Le dio el Anciano de los Días
para esta ocasión. Ningún Maestro puede Tocarlo excepto Cristo, el Maestro de
todos los Maestros. En cada extremo del Cetro hay una gran empuñadura de
diamante que irradia un aura azul y anaranjada de gran belleza. Los Iniciados
que están en los dos círculos Le enfrentan en el centro, y cuando El se torna
más visible, todos Ellos se inclinan ante El y cantan un mantra de salutación y
afirmación.
Luego, estos
círculos se transforman en un solo círculo y forman una cruz, en cuyo centro
está el Cristo. Aquí nuevamente los cánticos potentes conmueven los corazones y
las almas de los presentes, y más paz y bendiciones descienden sobre la
muchedumbre.
El próximo
movimiento es un triángulo dentro del círculo, en cuyo ápice se alza el Cristo.
Está cerca de la roca y pone Su Cetro sobre ella. En la roca puede verse un
cuenco de cristal con ornamentaciones áureas, y guirnaldas de flores de loto
cubren la roca y caen de las esquinas.
Luego, realizan otro
movimiento que es un triángulo cuyos lados se sobreimponen con los tres óvalos
que se entrelazan en el centro del triángulo donde está el Cristo.
El siguiente movimiento
es una estrella de seis puntas, luego la estrella de Cristo, el pentagrama.
Aquí Cristo está de pie, en el ápice, cerca de la roca; en la punta derecha, el
Manu; en la punta izquierda, el Señor de la Civilización, el Maestro R.; un
Gran Ser se alza en el centro y los otros dos Grandes en las puntas inferiores
de la estrella. Aquí el cántico crea gran tensión en la muchedumbre, y Cristo,
tomando Su Cetro de la roca, dice: “Ven pronto Señor.”
Luego pone
nuevamente Su Cetro sobre la roca durante unos pocos instantes antes de la luna
llena, y los ojos de todos los presentes se vuelven hacia la roca.
Tan sólo unos pocos
segundos antes de la luna llena, en el cielo azul aparece una mota de luz que
se acerca lentamente, se aclara y transforma en la figura radiante del Señor
Gautama Buddha, sentado con las piernas cruzadas, con un atuendo amarillo puro
e inundado de formidable belleza de luz y color, Su mano derecha en alto,
bendiciendo. Cuando llega a un punto que está sobre la roca, eclipsando a los
tres Señores que ahora están cerca de la roca, el Cristo pronuncia la Gran
Invocación y todos los presentes caen prosternados, tocando la tierra con sus
frentes.
Esta Gran Invocación
crea una corriente estupenda de energía que atraviesa los corazones de los aspirantes,
discípulos e Iniciados, y llega a Dios. Este es el momento más sagrado del año,
el momento en el que la humanidad y la Divinidad efectúan un contacto. En el
tiempo exacto de la luna llena, el Iluminado pasa a Cristo la energía del
primer rayo, que Cristo recibe y transforma en la voluntad en pro del bien.
Cristo, que es el
gran Celebrante, extiende Sus manos y toma el cuenco, lo alza por encima de Su
cabeza y lo pone de nuevo sobre la roca. Entonces, los Maestros entonan himnos
sagrados, y el Gran Iluminado, luego de bendecir a la muchedumbre, desaparece
lentamente en el espacio.
Cristo distribuye el
agua bendita a los Iniciados y a todos los que están presentes en el valle.
Llegan en procesión, llenan sus pequeños recipientes y se marchan en paz.
De esta manera, una
vez por año, en la luna llena de Tauro, la humanidad se carga con las energías
de un Gran Amanecer, y a todos los discípulos sinceros se les presenta una
extraordinaria oportunidad de expandir su conciencia y, consiguientemente, de
servir a sus semejantes.
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